domingo, enero 11, 2009

Carta a mi hija (05 meses)

Catalina. Desde que supe que existías creció en mi un miedo, no es un miedo malo, o quizás si, quizás es el miedo que tiene toda madre quien puede saberlo, sólo lo tengo. A medida que pasaban los meses, el miedo se iba distanciando de mí, sabía que venias creciendo bien y que pronto estaríamos juntas, para poder mirarnos a los ojos, que tu me llenaras la vida de felicidad y con tus manitas pequeñas me agarraras fuertemente y jamás nunca me soltaras, así el miedo iba desapareciendo y se convertía en una ansiedad de que llegases pronto. El día que ibas a llegar a nuestras vidas fue especial; dicen que no hay nada que pueda indicarte que ese será el día que un bebé llegará al mundo, pero yo lo presentí. Todo comenzó muy temprano, estaba preparada para recibirte en mis brazos pero a medida que marchábamos en dirección al hospital mis nervios iban aumentando. No eran nervios de miedo, sino de ansiedad, deseaba con ímpetu ver tu carita, tus manitos, sentir al fin tu corazón. Recuerdo que esa no fue una buena semana. Todos estaban enojados en casa, el ambiente no era el que quería para ti, pero algo en mi decía que quizás por eso llegabas ese día. Cuando entré a la sala de revisión dijeron que iba todo muy rápido y que tendría que quedarme en pre parto, salí contenta a comentárselo a mi mamá (tu abuela estuvo ahí todo el día sin comer, y estuvo durante todo el embarazo a mi lado, por eso estoy agradecidísima de ella y sé que por eso la adoras también). Ella se puso nerviosa, al fin sería abuela, creo que todos estaban más nerviosos que yo. Había visto tantos programas y leído tanto en Internet que una calma recorría mi cuerpo. Tu nacimiento fue rápido, estuvimos con muchos médicos, y tu papá por cosas de la vida no alcanzó a entrar pero fue él quien te vio primero, te tomó en brazos y te llevó hacia mí. Cuando al fin te tuve en mis brazos sentía muchas ganas de llorar, y lo más lindo fue que justo cuando comenzaste a beber de mis pechos sonó la canción que días antes te había empezado a cantar. Considero que aquel fue un momento mágico, en donde para mi no existía nadie más que tú y yo. Ya han pasado 5 meses de ese día en que llegaste a mis brazos, estás creciendo con rapidez, siempre te miro y recuerdo el día que naciste, lo pequeña y frágil que te veías y ahora lo grande y bella que estás, lo fuerte que eres, y todo lo que te adoran. Hace dos días diste tus primeros pasitos. Aún ni gateas pero ya haz comenzado a dar unos pequeños pasos; debo contarte que desde hace meses que te gusta estar de pie y no sentada ni acostada, me causa mucha risa ver lo agrandada que eres. Últimamente haz tomado la manía de rasguñar las caras y cuando te quiero hacer dormir siempre me aprietas la boca, me metes el dedo en el ojo y me tiras el pelo, y cuando te reto te ríes. Trato de no reír para que sepas que no juego pero te ves tan linda sin dientes que no puedo aguantar. Cuando vi que ya dabas pasitos imaginaba lo rápido que vas avanzando, y sentí miedo otra vez. Te preguntarás miedo de que, pero sentí miedo del tiempo, de lo rápido que todo pasa, y de lo rápido que nos separaremos, porque así es la vida. Las personas van creciendo, después irás al Jardín y estarás con otros niños, luego el colegio, después el liceo y quizás ahí conozcas a tu amor, y llores de pena, y te pasen cosas que quisiera que no te ocurrieran pero que son parte de la vida, que nos enseñan a ser quienes somos, que nos hacen madurar. Sé que es pronto para pensar en ello, apenas tienes 5 meses, pero cuando tú me hagas abuela a mi lo entenderás. Yo sólo espero que cuando eso ocurra el hombre que esté a tu lado te merezca, te ame, te respete, pero por sobre todo que ambos se amen. El amor puede muchas cosas, sin amor la vida no es la misma. Espero hija, que mientras crezcas nunca me dejes ni seas una mal agradecida como muchas personas que conozco y lo son con sus padres. Yo sé que eso tiene que ver mucho con los padres y la crianza que les dan a sus hijos pero si me falta tiempo para estar contigo quiero que me lo digas. A uno en verdad no le enseñan a ser padres y con el tiempo se va olvidando que se fue niño, pero cuando eso me esté ocurriendo tú encárgate de recordármelo. Te amo hijita, desde antes de nacer he querido lo mejor para ti, y sé que lo tendrás. Pediré siempre a Dios que te proteja de todo lo que yo no pueda protegerte, y que esté siempre a tu lado cuando no pueda estar yo. Siempre cree en él, porque digan lo que digan, él siempre nos ayuda. Y recuérdalo siempre, no sólo cuando necesites pedirle cosas. También agradece las cosas malas porque son esas las que nos hacen madurar. Un mundo de mariposas y arcoiris te voy a dibujar mientras estés pequeña, pero a medida que vayas creciendo juntas recorreremos el camino oscuro y lleno de espinas, si te caes dejaré que sola te pongas de pie, mas si necesitas de mi ayuda sabrás siempre que aquí estaré, que puedes contar conmigo y que jamás nadie te va a amar como lo hacemos tus padres. Quizás las cosas no siempre sean como el mundo las dibuja y como uno espera. Si por esas cosas de la vida tus papás no están juntos, no creas que tuviste algo que ver, o que te querremos de distinta forma, ambos te amaremos igual y podrás contar con nosotros siempre, las cosas a veces no funcionan y es mejor dejarlas ir para no seguir lastimándose. Espero que a medida que vayas creciendo las cosas cambien, siempre por el bien de ti, siempre buscando que tú seas feliz. 11/01/2009